CASA JOSEPHINE

LO QUE DICTE EL CORAZÓN

Probablemente las cosas más interesantes que nos pasan en la vida son aquellas para las que no tenemos un plan trazado. Aquello que sucede cuando nos dejamos llevar por lo que dicta el corazón. Así es como, siguiendo su impulso creativo, Iñigo Aragón y Pablo López Navarro abrieron una casa de huéspedes situada en Sorzano, un pequeño pueblo de La Rioja (España), hace ahora quince años. “Queríamos unir los campos en los que teníamos algo de experiencia. Iñigo como diseñador, y yo que había trabajado en turismo hasta ese momento”, explica Pablo. “Buscamos en toda La Rioja y finalmente compramos la casa a una tía de la abuela de Iñigo”.

Casa Josephine fue el nombre que, en alusión a su anterior propietaria, dieron al alojamiento. Una casa que decoraron a su gusto, dejándose llevar por la experimentación y que, con el tiempo, se ha convertido en una empresa que abarca muchos más aspectos. El estudio de diseño e interiorismo es la principal de sus actividades, pero además cuentan con una tienda situada en Madrid en la que encontrar piezas únicas y con una segunda casa de huéspedes recién inaugurada en Segovia.

Para nosotros, el proceso es lo importante porque es ensayo, error y aprendizaje. Es durante el proceso donde pensamos si lo estamos haciendo bien, si estamos haciendo lo que podemos, o si podríamos hacer un poco más.
— Pablo López Navarro

El ejercicio estilístico en Sorzano fue la presentación de Casa Josephine en el mundo del interiorismo, donde Pablo e Iñigo expresaron sin complejos sus inquietudes de aquel momento. “No teníamos ninguna experiencia como interioristas. Lo único que hicimos fue comprar muebles y crear una casa en el único estilo que por aquel entonces podíamos hacer: con buenas soluciones decorativas, color y objetos de segunda mano. Está bien conocer la teoría para luego poder saltártela. Nosotros no la sabíamos. La aprendimos poco a poco, en el camino. Y en realidad creo que no saberlo, nos benefició”, explica Pablo.

Dicha casa fue el proyecto que les dio a conocer, pero para Pablo e Iñigo forma parte del pasado. “Está bien porque sigue siendo divertido y es parte de nuestra historia, pero para nosotros es un capítulo cerrado”. Su aprendizaje es contínuo y se plasma en cada cosa que emprenden. “Miro atrás y veo que hay una línea, una dirección artística, que es la de Iñigo y se va notando de proyecto en proyecto, pero nunca hemos partido del mismo punto. Nunca hemos querido hacer una casa como la anterior. Siempre nos basamos en el cliente, en el espacio y en lo que nos está interesando en este momento”.

Quince años después de darse a conocer como estudio, la forma de trabajar de Iñigo y Pablo sigue siendo eminentemente lúdica, con las emociones en el centro de su particular discurso. “Para nosotros el proceso es lo importante porque es ensayo, error y aprendizaje. Es durante el proceso donde pensamos si lo estamos haciendo bien, si estamos haciendo lo que podemos, o si podríamos hacer un poco más. Tenemos una manera de trabajar que yo creo que es realmente distinta. Todo es un debate. Cada decisión. Hasta un punto poco práctico”, ríe Pablo. “Aunque no quiero decir que si lo supiéramos hacer de una manera más ligera, el resultado fuese peor”.

El proyecto común de ambos nació mucho antes de que llevara el nombre de Josephine. Se conocieron estudiando Historia del Arte en la Universidad de Valladolid y, una vez terminada la formación, se mudaron a Madrid. Quizá la semilla que dio en la creación de Casa Josephine se pueda situar aquí: “Durante cinco años, organizamos en nuestra casa dos pop-up-shops al año, en primavera y antes de Navidad”.

Su particular open house abrió las puertas hasta en nueve ocasiones: “Decorábamos el espacio con nuevas ideas y todo estaba a la venta”. Se trataba, al fin y al cabo, de un mini-proyecto de interiorismo creado para cada ocasión. Varios medios de comunicación recogieron su trabajo y, poco a poco, comenzaron a recibir encargos. “Cuando ya teníamos un número suficiente de proyectos que atender, nos establecimos como estudio”.

Sus nuevas ilusiones se centran ahora en el diseño de mobiliario y objetos para el hogar: “La idea nace de una necesidad. En muchas ocasiones, no encontrábamos todas las piezas que podrían encajar en el espacio que estábamos trabajando. Así que nos hemos lanzado a hacerlas nosotros mismos”. La alfombra ISÈRE, el sofá RUTE y la colección WEEKEND son los primeros diseños de la firma Casa Josephine. “Este 2023 va a ser el año más fuerte en diseño de producto. La idea es venderlo en la tienda y encontrar puntos de venta en otras ciudades y en otros países”.

A pesar de estar viviendo un muy buen momento profesional, con mucha cautela y humildad, Pablo se aleja de la condescendencia de los discursos que en ocasiones parecen transmitir historias como la suya: “Nosotros no somos ningún ejemplo de cómo hacer las cosas desde un punto de vista económico ni nada por el estilo. Nos hemos lanzado los dos a la piscina, pero la piscina es nuestra y el fracaso, si sucede, será nuestro. Eso nos da una libertad que cualquier persona que crea algo desde cero debería tener”.

Y es precisamente esa libertad la que hace de Casa Josephine un proyecto diferente. Un lugar donde Pablo e Iñigo nos invitan a jugar y a comprobar cómo, dejándonos llevar, la vida nos acaba colocando en nuestro lugar.