UN REFUGIO EN MORRO CHICO

UN REFUGIO EN MORRO CHICO
Tenemos como objetivo hacer las cosas de manera diferente, cuidando la Patagonia a través de un aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, y el uso de energía limpia y renovable
— FAMILIA GALLIE

Imaginaos el lugar más remoto del mundo, donde la civilización prácticamente no ha hecho acto de presencia y las condiciones climáticas son extremas. El paisaje contempla estepas áridas, praderas y desiertos, pero también fiordos glaciares y bosques pluviales templados. Ese lugar está en la provincia de Santa Cruz, al sur de Argentina, muy cerca de la frontera con Chile. Allí se encuentra Morro Chico, un proyecto de más de 130 años de antigüedad que hoy busca preservar el patrimonio natural, social y económico que originaron sus ancestros adaptándolo no sólo al presente sino al futuro de la Patagonia.

La historia comienza en 1888 cuando la familia escocesa Gallie atraviesa gran parte de Argentina a caballo para traer las primeras 5.000 cabezas de ganado a Santa Cruz. Se trata de la primera migración británica, en su mayoría escoceses, que llegan desde las Islas Malvinas y Punta Arenas, ciudad patagónica chilena, atraídos por el acceso a la adquisición de tierras que les ha otorgado el gobierno de la época y el buen estado de salud de la lana en el mercado internacional. El asentamiento de las familias es muy próspero para Argentina y para Chile, ya que los nuevos ganaderos introducen una nueva raza ovina a la región: La Malvinera.

Hoy, la familia Gallie continúa dedicándose a la esquila de ovejas para obtener lana, en su mayoría merino, y desde hace algunos unos años, se ha propuesto repensar los procesos de producción y vida en la zona en busca de una mayor sostenibilidad que ayude a preservar la flora y la fauna de la Patagonia. Se trata de la quinta generación de la familia. Tres hermanos enamorados de la tierra y de la naturaleza que desean mejorar las condiciones de vida de esquiladores y animales, así como de todo aquel que quiera o deba visitar el lugar. «Tenemos como objetivo hacer las cosas de manera diferente, cuidando la Patagonia a través de un aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, y el uso de energía limpia y renovable. Unas acciones que, junto a un equipo valorado, cuidado y eficiente, recuperen la ecología y la condición del campo», explican. «A Morro Chico la rediseñamos junto al equipo de trabajo de la estancia, colaboradores y un estudio de arquitectos especializado en sostenibilidad, el suizo Richter Dahl Rocha, para convertirla en una estancia patagónica del mañana».

La historia comienza en 1888 cuando la familia escocesa Gallie atraviesa gran parte de Argentina a caballo para traer las primeras 5.000 cabezas de ganado a Santa Cruz.
— FACUNDO MORANDO, RDR ARCHITECTS
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El trabajo del estudio de arquitectura RDR —que cuenta con una segunda sede en Argentina— se centró en un replanteamiento de las casas de personal, galpón de esquila, caballerizas y perrera. Facundo Morando, director del proyecto, explica cómo fue su aproximación al mismo: «El cliente nos llamó para construir una vivienda principal nueva. Hasta entonces, la familia se alojaba en temporada en la que hoy es la casa de huéspedes. Cuando fuimos a elegir el lugar, vimos que el resto de la parcela no estaba en buenas condiciones, así que después de consultarlo con los Gallie el proyecto se convirtió en una mejora integral de la estancia».

Santa Cruz es un lugar con condiciones climáticas muy duras, de modo que era obligatorio que la sostenibilidad fuera uno de los pilares del proyecto: «Los hermanos Gallie no sólo nos dejaron hacer todo lo que propusimos sino que quisieron llevar el trabajo a otro nivel». En estos lugares de clima extremo, antiguamente se construía tratando de proteger las casas del viento, buscando una lomada o colina que protegiera la vivienda como un refugio. Para asegurar la protección de la parcela, se construían muros cortavientos de madera de gran eficiencia pero que ocultaban el paisaje. «Vimos que, a pesar de la espectacularidad del entorno, ninguna de las casas tenía una relación con el exterior muy franca o interesante. De modo que, dado que la tecnología de hoy lo permite, decidimos poner la nueva casa arriba de la lomada y orientada a las mejores vistas». La ubicación de la futura casa principal, sobre la colina, no respondía al cien por cien a los requisitos de sostenibilidad marcados, de modo que sería la propia arquitectura de la casa la que tendría que dar las soluciones que protegieran la estancia del viento y de las adversidades meteorológicas. «Le dimos la forma de torre característica de la Pampa argentina. Así, desde el oeste, del que proviene el viento, el exterior de la casa se ve principalmente de chapa, mientras que hacia el norte, y a refugio de la torre, se compone de madera», una combinación de materiales que equilibra la vivienda tanto en eficiencia como en estética.