WEEKEND MAX MARA

MÁS ALLÁ
DEL HORIZONTE

  • Copywriting para Weekend Max Mara en colaboración con Openhouse Studio.

    Publicado en inglés.

  • Creative Direction by MARI LUZ VIDAL of OPENHOUSE STUDIO

    Photographed by SALVA LÓPEZ

    Model OLATZ LOPEZ BY NEXT ICON MANAGEMENT

    Stylist NAGORE PECHARROMAN

    Hair & Make up MIREN APEZTEGUIA

    With the support of OSTARTE SAILING & MENDI ARGIA BOUTIQUE HOTEL

El horizonte siempre me conecta conmigo misma a través de esa línea que separa el cielo del mar y que no es posible alcanzar. Recuerdo la primera vez que, de niña, fui consciente de que, por más que navegasemos hacia ella, no conseguiríamos vencer la distancia que nos separaba de ésta.Volví a San Sebastián en busca de aquellos veranos de la infancia, en busca de mi misma y queriendo conocer mejor mi pasado. Recorrí el puerto en el que tantas tardes de verano había pasado mientras mi abuelo Manuel terminaba de revisar los amarres, dar un vistazo al estado de los bolardos y despejar la pasarela del náutico. Fue allí mismo, cuando tenía unos veinte años de edad, cuando vió entrar por primera vez en el puerto a Lucretia, el emblemático velero Holandés construido en 1927 diseñado por el prestigioso arquitecto naval G. De Vries Lentsch Jr. con el propósito de regalar brisa marina a la hija de su primer armador. A bordo estaba la propia Lucretia, una joven alta e imponente con una belleza exótica para él. Nunca había visto un rostro que reuniese facciones tan dulces y con tanto temperamento al mismo tiempo. Los dos se enamoraron y el velero echó el ancla.

Cuando yo no contaba con más de diez años, ambos eran muy mayores. El velero daba mucho trabajo y mis padres no podían hacerse cargo, así que lo vendieron a una familia francesa que vivió en él durante siete años. Fue después cuando llegó a manos de Edgar y Amuaitz, sus actuales propietarios. No ha sido difícil encontrarlos. Esta ciudad es un precioso, sofisticado y entrañable lugar en el que aún se conoce casi todo el mundo y ellos, unos expertos patrones de marina apasionados con el mar.

En el puerto, me encuentro con la historia de mis abuelos —y la mía propia— a cada paso: en las escaleras en las que muchas veces improvisamos un chapuzón y en el viento al final de la pasarela.

En el puerto, me encuentro con la historia de mis abuelos —y la mía propia— a cada paso: en las escaleras en las que muchas veces improvisamos un chapuzón y en el viento al final de su pasarela. Siento cómo mi pelo se va curvando y emulando la forma de las olas. Vestida con mis prendas favoritas de Weekend Max Mara, noto cómo el salitre toma contacto con mis camisa mientras mi falda realiza una danza de estilo contemporáneo. Me quito los zapatos para apreciar cómo, paulatinamente, mis pies vuelven a echar raíces, mientras veo cómo, desde la lejanía, se acerca a Lucretia.

Pongo un pie en la cubierta después de un par de décadas y me encuentro a mí misma tratando de atar los cabos sueltos de mi pasado. En el camarote veo la foto en blanco y negro de mi abuela aún niña junto a su familia, cuyo marco no ha sido descolgado en todo este tiempo. Me quedan muchas dudas sin resolver: qué intenciones tenía G. De Vries Lentsch Jr. regalando el barco a mi abuela o por qué ella había fondeado en San Sebastián. Sin embargo, en cuanto tomo las riendas del timón, todos los miedos, todas las dudas, quedan atrás. Verme a los mandos del barco me hace creer en mí misma. Me hace sentir que todo es posible. Que puedo llegar a donde yo quiera, incluso, a traspasar la línea del horizonte.