OPENHOUSE EDITOR’S LETTER

OPENHOUSE EDITOR’S LETTER

THE ACT OF SHARING

  • Carta del editor para el Nº20 de Openhouse magazine.

  • Openhouse magazine Nº20

Desde que Openhouse lanzase su primer número en 2014, el mundo ha reconceptualizado el término compartir. Hoy, este posee muchas más acepciones, más matices, más escenarios y más soportes. Sin embargo, en muchos de sus significados actuales, compartir se vincula a un individuo que emite ideas o emociones de forma unilateral desde un espacio físicamente cerrado, en muchos casos a través de las redes sociales. Se trata de una manera de derribar las fronteras que nos permite conectar en tiempo real con personas de todo el mundo, solo que a través de un dispositivo individual como es el teléfono. En soledad pero al mismo tiempo en compañía.

Para Openhouse como proyecto, incluso antes de convertirse en una publicación, la idea de compartir hace referencia a una acepción más social, vinculada al encuentro físico y comunal. Del mismo modo que en el eterno enigma: “si un árbol cae en un bosque y nadie está cerca para oírlo, ¿hace algún sonido?”; si tenemos un talento o un don que nadie conoce, ¿realmente podemos defender que es una habilidad real? Publicado en 2014, el Nº1 de Openhouse magazine nacía con un slogan: The Life we Share. Una frase que describe, casi con literalidad, lo que Andrew Trotter y Mari Luz Vidal, fundadores de la revista, hacían por entonces en su propia casa. Un apartamento en el centro de Barcelona que no sólo compartían como compañeros de piso, sino que convirtieron en un proyecto en sí mismo cuando decidieron abrir sus puertas a quien quisiera disfrutar de las diferentes actividades culturales que ambos empezaron a programar. Dicho ‘acto de compartir’ sigue latente bajo la piel que habita la revista Openhouse. Veinte números después, es indescriptible la emoción que sentimos al echar la vista atrás. Son muchas las personas que comenzaron siendo nombres de profesionales a los que admiramos, y hoy podemos considerar amigos. Arquitectos, artistas, curadores y creadores que nos abrieron las puertas de sus casas para que nos sintiéramos como si estuviéramos en la nuestra. John Pawson, la familia Gomis, Jan y Lin Utzon, Hértor Barroso, César Cervantes, Christian Bourdois y Eva Albarrán en las Solo Houses… El listado es abrumadoramente largo.

Pero no solo nos llenamos de emoción al repasar lo vivido. También lo hacemos cuando alzamos la mirada para prever lo que está por llegar. En este número, nos rodeamos de caras ya conocidas como las de Vincenzo y Claudia Rose de Cotiis, quienes tienen la gran amabilidad de mostrarnos su nuevo proyecto en Venecia. Una oda al arte italiano que es una obra de arte en sí misma.

Visitamos Casa Soleto, el proyecto personal de Andrew Trotter y Marcelo Martínez. Un hogar lejos de casa en cuya renovación los hemos visto trabajar duro pero también vibrar durante los últimos dos años. Hoy es una realidad que hospeda a quien quiera vivir una experiencia casi espiritual en Puglia, Italia.

Al otro lado del océano, en Ciudad de México, Graciela Iturbide y Mauricio Rocha se sientan a la mesa en el Estudio Iturbide junto a su amiga, la artista Claudia Fernández. Alrededor de un delicioso pastel y una botella de tequila, madre e hijo nos hablan de sus respectivos procesos creativos, como fotógrafa y arquitecto, de sus primeros pasos profesionales y repasan la historia familiar entre anécdotas, recuerdos y risas.

No muy lejos de allí, en San Francisco, Ira Kurlander nos abre las puertas de su casa; un hogar diseñado por el propio arquitecto donde el estilo mid-century convive con la ensoñación creativa y un cierto toque surrealista. Sin dejar de lado la parte más lúdica de la creación, volvemos a Barcelona para visitar el estudio del artista Marcos Palazzi quien, con su pintura, invita a reflexionar sobre temas universales a través del retrato de escenas íntimas y familiares.

Si hay algo que he aprendido desde que comenzase a trabajar en Openhouse magazine en 2015, es que compartir y capturar momentos de nuestras vidas, a través de cualquier tipo de disciplina o soporte, es un acto íntimo que permanece dentro de nuestra memoria física pero también emocional.

En Openhouse nos gusta pensar que continuamos siendo un lugar de encuentro. Seguimos estrechando lazos con personas creativas de todo el mundo y nos gusta hacerlo como siempre lo hemos hecho: invitándoles a entrar, a sentarse y a charlar.